Wednesday, October 17, 2007

Maria Elena y Laura: cinéfilas en Valdivia

Notas sobre el Festival de Cine de Valdivia, n°14, octubre 2007

Esta es la primera ocasión en que asisto a un festival de cine. Fui junto a mi hija Laura, de catorce años. Disfrutamos mucho juntas.

Estando en Valdivia, me parecía estar dentro de una película. Tanta era su belleza. En particular, su luz. Y la presencia del agua. Río por todos lados. Con Laura caminamos y caminamos.

Un grupo humano muy grato: algunos miembros del Cine-club de La Girouette, coordinados por nuestra maestra, Lucía Carvajal. Y mucha gente joven, mucha. Los mejores chocolates caliente de mi vida: con naranja, con whisky…La hermosa Universidad Austral y sus jardines, sus allées y sus rododendros, magnolios y camelios en flor. El mercado fluvial, la costanera…

Y el cine propiamente tal. Disponerme a ver varias películas al día, cosa insólita para mí, que me gusta digerir despacito lo que acabo de captar, imágenes, lectura… Pero esta vez la invitación era distinta y la tomé intensamente.
Ví películas nuevas y también antiguas. Sobretodo largometrajes, pero también algunos cortos. Disfruté, me reí, me aburrí muy poco en alguna película muy larga (la catalana “Ficción”), me sentí tocada en algunos tramos de la mayoría de las películas. Me disgustó sólo una película: “Malta con huevo”, de Chile. La encontré chabacana, sobreactuada. Si bien los tres días en que pude participar del festival (duraba cinco) ví mucho cine, por cierto es muchísimo lo que no alcancé a ver.

Me he preguntado si aquello que me impactó - los temas que rescato en las películas que vi - no es acaso mi propia película que reconozco, identifico, en las historias a las que asistí. Es decir, he temido, he tenido la tristeza de pensar que talvez es tan difícil ver algo nuevo, que nuestros particulares anteojos, anteojeras, siempre están viendo, reconociendo lo mismo. ¡Y sin embargo! Mal que mal, me parece que se repetían algunos temas en las diversas películas, de diversas procedencias planetarias: Alemania, España, Chile, China, Francia, Japón, Brasil, Argentina. ¿Es decir? Pues principalmente la relación hombre-mujer. También el tema de la soledad, de la amistad, de la pertenencia a una comunidad.

La película que más me gustó es una francesa, del realizador Rouch junto al sociólogo Edgar Morin. Es un film de 1960, el tiempo de la guerra de Argelia. Me parece que el film se inserta en un movimiento de “cine-realidad”. En efecto, es una suerte de documental sobre la vida de parisinos en ese momento. Se llama “Crónica de un verano”. Los realizadores nos muestran también cómo van llevando a cabo su película, qué se proponían en un principio, y al final, cómo encontraron su producto. Lo que vemos es el fruto de su trabajo, delicado, en la calle, pero también en lugares íntimos, como el salón de las casas de los entrevistados, trabajo que partía con la pregunta: “êtes vous heureux?”(¿es usted feliz?) Y a partir de allí, diálogos muy hermosos, conmovedores entre los entrevistadores y los diversos participantes: mujeres, hombres, obreros, estudiantes, extranjeros, militantes… La vida humana que vi desplegada allí me conmovió: El amor y el desamor, la soledad, el temor y el rechazo del otro porque es diferente a mi, los desafíos personales, la esperanza, la decepción, el diálogo, el encuentro, la presencia del pasado, las miradas distintas de los unos y de los otros . Pude ver tanto el razonamiento francés, la finura de un entrevistador que se da el tiempo, que escucha, como también el despliegue del alma más cruda, más desnuda, más desordenada.

Bueno y otros films que me gustaron mucho son los siguientes: uno en blanco y negro (como el de Rouch y Morin), de Alexander Kluge (Alemania, más o menos 1960), con un título de difícil traducción, pero que era más o menos “la despedida de ayer” o bien simplemente “La vida de “Anita”. Imagino que Wim Wenders puede haberse inspirado en él para algunas de sus películas. Allí era la errancia del personaje, su soledad, su no pertenencia (iba de una Alemania a otra), su búsqueda de algún lugar tibio, calientito como los elegantes abrigos que le gustaba probarse.
¿Qué más? La hermosa película de Matías Bize, “Lo bueno de llorar”: el caminar de un hombre y una mujer desencontrados y sus momentos de encuentro, recorriendo a su manera una gran ciudad de noche.

La belleza del cortometraje brasilero, expuesto la noche de la inauguración del festival: “Nascente”: una barca, un hombre, agua, mucho agua, algunos humanos más y más agua.
La película china “Still life”: lenta, me pareció, pero nos muestra también el recorrido, el desplazamiento, en particular, de un hombre a la búsqueda de lo suyo: su mujer y una hija. 16 años después. Sí, hay búsquedas, procesos, que tardan. De hecho, está el tema del tiempo, de la temporalidad para los humanos, que me parece que es algo que atraviesa todas las películas. La película de Matías Bize también pudo llamarse “Still life”.En la película china, no hay tantos diálogos, pero sí muchas imágenes, algunas de las cuales muy elocuentes de la cercanía entre los personajes, su encuentro, aunque tímido, pero definitivo. Pudo haberse llamado también “ La espera”, “La esperanza que sostiene”, “La perseverancia”, quién sabe también “El deseo”, “El arreglo de cuentas”, “Buscando la paz”…

La película alemana, mal traducida “Windows on Monday”, que literalmente habría que traducir “Las ventanas llegan el lunes”, pues tal vez no podría haberse llamado “Still life”. ¿Qué pasó allí con la vida? ¿Dónde se fue el deseo? El desencuentro, el silencio, la soledad priman. Sin embargo hay en ese film algunas escenas de sexo muy bonitas, que a mi me parecieron dulces, tiernas, intensas, crudas, bellamente humanas. Me parece que allí el personaje masculino es bastante rescatable, lo que es interesante, porque es algo que no está muy a la moda. Y así...
Habría que decir algo sobre la entretenida e impactante película catalana: “La vida abismal”. Muy bien actuada, bien hecha… Sin embargo, el tema del juego (las cartas) y la locura que suele rodearlo, me caló más hondo en la película de Jacques Démy, con la bella Jeanne Moreau. Tal vez, confieso, porque se daba en el marco de la relación entre un hombre y una mujer y ese marco siempre me interesa mucho. (Esa película – también en blanco y negro - no estaba en el festival). En el caso de la película catalana, el marco era la relación entre dos amigos, relación interesante.

¿Y no diré nada de la película de Leonardo Favio, “Crónica de un niño solo”? Buena película (en blanco y negro), que me hizo pensar en el cine realista italiano, pero, pero… Nunca tanto, como decimos. Historia triste de la pobreza, de la infancia mal cuidada. Mucha soledad, demasiada, aunque su título lo anunciara. Belleza estética.

Y bueno, “La mujer de arena”, film japonés, también requeriría un comentario. Muy hermoso film, en blanco y negro. Insólita situación: un hombre raptado por una mujer y su pueblo. Obligado a vivir con una viuda, en un lugar muy aislado: una casa muy precaria situada en el fondo de una suerte de pozo de arena. Pero allí también podría haberse llamado la película: “Still life”. Uno de los momentos que más me impactaron en la película, fue casi al final, cuando él ha encontrado, pertinazmente algo que lo sorprende, un hallazgo; él que se dedicaba a investigar la naturaleza. En el lugar en que se encontraba, había abandonado sus investigaciones precedentes, había perdido la confianza, la esperanza. Y sorpresivamente, producto mal que mal de su actitud inquieta, se encuentra con algo que lo sorprende, algo inesperado. Lo estudia, escribe algo al respecto. Entonces su deseo es poder vivir para contar esto a otros. Pensé en ese dominio tan humano, o aún más, específicamente humano, que J. Lacan llamó “lo simbólico”, el dominio de la palabra, hablarle a alguien. Por cierto, habría que referirse también a la mujer de esa cinta. ¡¿Cómo iba ella a querer dejar ese lugar inhóspito, siendo que era el lugar de los suyos, allí donde estaban enterrados su marido y su hija, por lo tanto su lugar…?! Y luego aquella tremenda escena de la perversión, en que los poderosos del momento, miserables pescadores, quieren gozar a costa de sus semejantes, obligando a nuestros protagonistas a tener sexo públicamente, frente al circo romano. ¡Ay!

También quiero muy brevemente decir que me gustaron mucho dos cortometrajes franceses. Uno, me parece, realizado por Godard, o al menos los diálogos son suyos, con J.P. Belmondo jovencito. Se trata de una sátira sobre un hombre despechado, que reprocha a su novia. Gracioso, pero tremendo. El otro corto, “Los mocosos”, nos muestra a unos preadolescentes espiando a una parejita que pololea, ellos que aún no pueden acceder directamente a la experiencia amorosa. Bonito. Ambos cortometrajes eran en blanco y negro.

Bien, dos últimas ideas en estas pequeñas notas: ¡impactante la presencia del cigarro en el cine! En TODAS las películas (salvo el cortometraje brasilero) aparecía con insistencia. En la intimidad, en la conversación, como gesto cómplice de amistad, ante la angustia, en la excitación, en la soledad. Me impresionó. ¿Qué representa el fumar en nuestras culturas? ¿Y qué de la música en estas películas? No recuerdo una música que me haya impactado, aunque tengo la impresión de que sí, en alguna cinta, pero no recuerdo.

Para concluir, un tema que me intriga: En la mayoría de las cintas que he nombrado, me impactó la faz “loca” de los personajes femeninos. La mujer que se va, la que no puede decir lo que le ocurre, la que “pasa al acto”… la mujer, ¿sobrepasada por sus propios fantasmas? A retomar… Y bueno respecto del hombre y la mujer, de su relación posible e imposible, desafíos, invitaciones abiertas…

María Elena Sota.
Talamí, cerca de Alhué, Chile. Siempre octubre de 2007.

8 comments:

Luis A. Sota said...

Que cosa más rica. Me recuerda cuando Marcel de Montgolfier me inició en el cine llevándome a ver varias películas al hilo en la Cinematheque du Palais de Chaillot.

Eso de que las mujeres "locas". No he visto estas películas, pero en la cultura de Chile las mujeres son más libres que los hombres. En USA también aunque la diferencia no es tanto como en Chile, donde predomina la figura del macho empaquetado que incluso en las fiestas no hace más que tomar y conversar con los mismos de siempre.

Felicitaciones por la iniciativa. Un beso, Luis

María Elena said...

Gracias Luisito again. Sí, el cine me parece un arte maravilloso. A mi me regala belleza, qe estoy siempre abierta a recibir y además me permite pensar, ahondar en temas que me inquietan.
Respecto de las mujeres, el tema de qué nos distingue y qué nos hace a unas, mujeres y a otros, hombres, me apasiona. Los unos y las otras enfrentados a la vida que compartimos, sin embargo con "anteojos" bastante diferentes. En fin, es un tema que sigo investigando. Cuando tenga una buena idea, se las comparto. Por de pronto, respecto de cine, un imperdible de este momento es la película alemana "La vida de los otros", un chef d'oeuvre. Besitos cariñosos y enretenidos. Mari.

Anonymous said...

no me dio como pa leer todo eso..
debe haber sido super entretenido el cine en valdivia
eso,chao (pasado manana llego ) =)

Anonymous said...

pero que envidia!!!
bravo bravo
muchas gracias por compartir
y por compartir tan así, como el río calle calle que pasa y se queda, tranquilo pero potente,
muchas felicitaciones por ese logro
por haber ido
por haber llevado a la laura
por haber gozado y
por enseñarnos
de cine no, pero si de todo lo otro, de la sensibilidad, de mi relacion con mis amores con mi pasado con el mundo
bravisimo
un gran beso
joe

Anonymous said...

hola

Anonymous said...

Me gustó mucho el informe tan bueno que parece un trabajo hecho para la Universidad.
Ella me ha invitado al Cine club y estoy gozando con películas muy especiales e intersantes.
Yo tambie me acordé de Marcel porque era el único cilefilio que yo conocí.
Felicitaciones a la Maria Elena.

Luis A. Sota said...

el comentario de la Agata lo dice todo. increíble poder de sintesis! bessssossss para mi sobrina preciosa.

Anonymous said...

Gracias Mari por el entretenido informe del festival, me gustó leerlo, y se lo anvié a Ana de Berlin.

Saludos,
Juan. (Madrid)